En 10 Líneas
Por: Pedro
Gómez
*Espionaje
vs Libertad y Democracia
1980 es la
película. El gran hermano, una sociedad vigilada donde la vida se convierte en
espectáculo y la vida privada se vuelve pública. Nada hay oculto para el gran
hermano. Los ciudadanos se acusan mutuamente, la inocencia se pierde y sólo hay
un objetivo, mantener el poder
Un mundo feliz,
otra cinta donde los seres humanos son controlados, educados para vivir como
obreros, intelectuales, científicos, maestros y clase gobernante. Todos son
seleccionados desde su nacimiento, criados para ser perfectos en sus labores,
facilitando el control mediante una droga idiotizante.
Tiene años que
escucho de espionaje, de control, de conocimientos y poder, de corrupción e
intrigas. Durante décadas escuchar telefónicamente fue un delito, aunque eso no
fue obstáculo para que el gobierno espiara a las personas.
Actualmente se
oye de sistemas como el Echelon, el Harp o series televisivas (Person of
interest) que incluyen el espionaje como una forma de mantener el equilibrio
económico, político y social, del lado de quienes ejercen el poder.
El Estado de
México en su capital Toluca, ha tenido casos de espionaje telefónico hace menos
de 10 años.
Sin embargo, el
bombardeo de medios de comunicación con mensajes que justifican el espionaje y
hacen ver a los espías como personas que siempre hacen bien, porque siempre
ganan los buenos. Y de lo importante que es dar información y acusar a
familiares, amigos, compañeros y colaboradores, a favor del interés público, me
hace pensar que estamos entrando a la formación de una identidad social que
corromperá al hombre y la mujer en lo individual, porque todos van a acusar a
todos. La murmuración, el engaño, la mentira se justificarán si se logra el
objetivo.
El gran hermano
tendrá información suficiente de todos, controlará a todos, definirá quienes
pueden ser parte de cada clase y mantendrá el poder a un a costa de la libertad
civil y contra todo derecho humano.
El equilibrio
entre el bien y mal necesita contrastes. Lo blanco se sabe que es blanco porque
hay negro. Si justificamos acciones que resten fuerza a la democracia, al
respeto, al acuerdo, al amor a nuestros semejantes, nosotros mismos sufriremos
esas consecuencias. No todo debe ser negro. Y quizá, no logremos que todo sea
blanco, pero debe existir equilibrio, contraste, acuerdo para que el poder y la
autoridad se practiquen para servir a las personas.
El conocimiento
y ejercicio de la vida democrática, no debe provenir de acciones que resten
libertad y derechos, sino del respeto y capacidad de negación ante acuerdos
benéficos para la mayoría.
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